miércoles, 24 de abril de 2019

Alejandro Martín, 19 años, estudiante, capitán del equipo de Lacrosse del instituto. Es de complexión alta y atlética, mide 1,80 m y tiene un pelo castaño no muy largo. Se cuenta entre los populares del instituto y es admirado y envidiado a partes iguales por el resto de compañeros. Es prepotente y engreído, pero no mala persona. Tiene una rivalidad enorme con un compañero de clase con el cual ha tenido varios problemas a lo largo de su vida, sea por sus diferentes maneras de ver las cosas o por la competencia en cuanto a pupularidad y éxito. Alejandro cree tener muchos amigos, pero lo cierto es que su carácter le va a jugar una mala pasada y va a pasar factura a sus relaciones sociales.

Cuando Alejandro tenía tan solo 11 años, su madre murió. Desde entonces su carácter cambió para siempre como forma instintiva de supervivencia. Antes era completamente diferente: se comportaba de manera más humilde y considerada con su círculo de personas, pero a raíz de este acontecimiento comenzó malencararse con la gente debido al dolor producido por la pérdida. Todo esto se agravó cuando su padre contrajo matrimonio con una mujer a la que despreció desde el primer momento. Encontró amparo en el deporte y a partir de los 14 años se dedicó en cuerpo y alma a ser el mejor. Descubrió el Lacrosse como forma de evasión a su rutina caracterizada por continuas discusiones con su padre debido a la gran cantidad de alcohol que este consumía y, por tanto, las borracheras con las que llegaba a casa. También discutían acerca de de su madrastra, pues esta no fue bien recibida en la familia por parte del muchacho. Empezó a jugar para pasar el rato y evadirse, pero poco después entró en el equipo del instituto y trabajo duro durante varios años para convertirse en capitán. El éxito le desbordó. Pronto se convirtió en alguien interesante y motivo de conversación, además de querido y admirado por mucha gente. Su popularidad se disparó y él no supo cómo manejar bien esa situación, así que instintivamente empezó a desarrollar un carácter preptente y egocéntrico. Esto pudo deberse a la falta de una madre que con gusto le hubiera ayudado a comportarse mejor, o a la presencia de un padre borracho que no pudo enseñarle a aplicar a su éxito valores como la humildad

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